Estimados amigos,
En este mundo, qué
duda cabe, hay muchísimo que mejorar y las crisis son una oportunidad de oro
para hacer reformas profundas de todo aquello que no funciona. Si, ya lo sé, no
tiene pinta de que ningún gobierno en el mundo tenga la más mínima intención de
cambiar gran cosa. Están ocupados manipulando a los medios de comunicación y a través
de ellos a la opinión pública. Creen que la crisis es un problema de “confianza”
y por lo tanto pretenden prolongar la “ignorancia” sobre la crisis, sus orígenes,
sus motivos y sus soluciones.
Voy a intentar
poner mi granito de arena explicando cómo funciona el dinero. Es un tema muy
desconocido por la gente corriente y entender los principios fundamentales es muy esclarecedor. Para empezar, hay que
decir que el dinero del mundo moderno no está respaldado por absolutamente nada.
Es decir, no tiene un sustento en algún activo del que nazca su valor. Las
divisas modernas son dinero “fiduciario” o “fiat”, es decir, su valor se basa
en la confianza que inspiran los gobiernos que lo emiten. Esto es así. No es cuestión
de opiniones, es un hecho. El valor del dólar USA se basa en la confianza que
inspira el gobierno norteamericano.
Me ahorro
comentar acerca de la confianza que a mí me inspiran en general los gobiernos.
En el caso del Euro muchos gobiernos de países variopintos que han demostrado
su incapacidad de tomar decisiones conjuntas medianamente razonables.
Si nos ponemos un
poquito más técnicos, en realidad cada divisa se basa en la deuda de cada país.
Al final los bancos centrales tienen una hoja de balance en la cual el dinero
que emiten tiene que estar en equilibrio con activos que han sido comprados por
el banco con dicho dinero. El activo clásico utilizado con anterioridad a los
70 era el oro, pero ahora mismo el activo más numeroso es la deuda pública. O
sea, tenemos un sistema monetario en el que el dinero se basa en deuda.
Curioso.
En el fondo el
valor del dinero emana de su aceptabilidad como medio de cambio. Es decir, un millón
de euros es algo valioso porque la vasta mayoría de agentes económicos me lo
acepta como pago a cambio de productos y servicios. Esto enlaza con lo que
comentaba al principio sobre la confianza. Si deja de haber confianza en la
moneda el dinero pierde su valor. El escenario típico es cuando hay inflaciones
elevadas y por tanto “deshacerse” del dinero antes de que pierda su valor genera
una espiral de subida de precios que realimenta el proceso de pérdida de valor.
De lo anterior se
deduce que el dinero es creado por los bancos centrales. Cuando digo creado
digo creado en el sentido estricto. Creado de la nada. El gobierno emite un
bono a 10 años (deuda), el banco central compra el bono y ya tenemos el valor
del título en forma de Euros circulando por ahí. No quiero liarme con el
mandato de los bancos centrales (y como se está incumpliendo) para no irme
demasiado por las ramas.
Si todo lo
anterior no esclarece muchas cosas acerca de la “solidez” de la economía financiera,
esperad a lo que viene a continuación. Hay otros agentes que pueden (legalmente)
crear dinero. Los bancos comerciales. Los bancos, mediante la concesión de créditos,
pueden crear dinero. Lo hacen a través del sistema llamado de “reserva
fraccionaria”. Es decir, cuando un banco concede un crédito no necesita
disponer del 100% del dinero que presta, sino que necesita disponer de una
parte o “fracción” de ese dinero. La fracción necesaria es típicamente el 10%. ¡Sorprendidos! Lo explico con un ejemplo
para que se entienda mejor.
Tengo una cuenta en
un banco con 10 mil Euros. Sin pedirme permiso, el banco puede conceder, con
dinero que no tiene, crédito por valor de 100 mil Euros tomando como base mi
dinero. Esa es la forma en la que los balances de los bancos Irlandeses superaban
el producto interior bruto de Irlanda. El banco está obligado a mantener unas
reservas mínimas tanto para atender posibles créditos impagados como para
atender las peticiones de devolución de depósitos (si voy al banco a sacar 5000
Euros de mi cuenta, por ejemplo). Dos cuestiones básicas. Primera, los bancos
no tienen liquidez para atender todos los reintegros de depósitos si estas
peticiones se produjesen en un periodo corto de tiempo. O sea, el sistema
depende de que no vayamos todos a la vez al banco a sacar la pasta. Segunda, a
pesar de tener estos privilegios de conceder mucho crédito con pocos depósitos,
muchos bancos en la época de euforia recurrieron a trucos para poder extender más
crédito todavía. El más sonado fue “titulizar” y vender créditos. Es decir,
convertir préstamos en títulos de propiedad que se vendían a terceros y que permitían
dar más crédito cumpliendo las normas. Dejo como ejercicio adivinar quién
presta dinero a un banco cuando tiene problemas de liquidez
En resumen, el
dinero está basado en deuda y puede crearse dándole a una tecla de ordenador.
La deuda en la que se basa el dinero es, en muchos casos, imposible de pagar
(esto es opinión mia). Con base en ese tipo de dinero un banco puede crear más
dinero. A mí personalmente me sorprenden dos cosas. Una, que el panadero me dé
una barra de pan a cambio de mi dinero de papel. Segunda, que no haya habido
una crisis muchísimo más profunda muchísimo antes. Como al final todo tiene explicación,
para ambas cosas pienso que la manida “confianza” es lo que sostiene el
edificio en pie. Confiamos en que alguien nos siga vendiendo cosas pagando con
este dinero. ¿Hasta cuándo? Quizás no hago bien escribiendo artículos como éste.
Gracias por
leerme.
Juan Rodríguez
Lo que escribes no es ningún secreto de estado, todo aquel que más o menos tiene cierta curiosidad en la economía es consciente que el patrón oro ha quedado relegado a los libros de historia; consecuentemente, todos aquellos que profesionalmente se mueven en el mundo financiero también son conscientes. ¿Hasta cuando va a durar la fantasía? Hasta el momento en el que la gente no lo permita. Como ejemplo en toda suramérica muchas transacciones no se aceptan en monedas locales y se prefieren dolares (principalmente) y euros (en menor medida). En otros países directamente la moneda local es solo valida como material nunismático. Lo que ocurre es que eso, cuando ocurre y donde está ocurriendo es en monedas que tienen poca economía que la respalde. Pero desde una perspectiva teórica podría pasar lo mismo con, por ejemplo, la libra o el yen ¿por qué no? Si llevamos este planteamiento al máximo nos damos con la posibilidad de que nadie de fie de ninguna moneda; entonces ¿qué? ¿vuelta al trueque? ¿se tomarían medidas antes de que eso ocurriera?
ReplyDeleteBueno, al final ocurre que las cosas cuestan lo que uno (la sociedad, comunidad de países, etc) quiere que cuesten. Es así. ¿Porque el oro era tan importante cuando se utilizaba para amuletos y joyas? ¿Por qué el valor de esas joyas era tan alto si solo son metales?¿Costaba realmente eso? Probablemente no, pero era una forma de "medir" un patron bastante estable. Si el hierro fuera tan escaso como el oro y el oro tan sencillo de extraer como el hierro, no habría sido el hierro el patrón y el metal con el que se habrían hecho joyas?
ReplyDeleteLos teléfonos funcionan así: no hay tantas lineas como teléfonos de forma que si llamaran todos al mismo tiempo no podrían soportar el tráfico y colapsarían. El sistema funciona...excepto en tiempos de crisis.
A mi me parecen más importante las NORMAS. Y lo pongo en mayúscula, porque son las reglas del juego. Si se dice que los bancos tienen que tener un 10% en fondos propios, pues hay que cumplir con ello y no retorcer (en el mejor de los casos) las normas, para colar otro tipo de activos que parezcan que son fondos propios, por ejemplo. Y ese, desde mi punto de vista es el problema, la falta de uan regulación clara y acordada, razonable y que todos deban cumplir. La falta se supervisión clara y activa, no pasota y vendida a otros interese (vease lo que hizo el Banco de España antes de la crisis). Y los que no cumplan se las verán con organismos dedicados a ello. Pero eso, claro, es ciencia ficción. Los fuertes hacen las normas y las cambian a su antojo, antes, durante y después del juego.
Y en esas estamos.