Tuesday 24 December 2013

Feliz Navidad y próspero crowdfunding.

Queridos amigos,

Quiero desearos a todos unas muy felices fiestas. Me gustaría invitaros a que viváis estos días en el espíritu auténtico del niño humilde que nació en un establo de Belén y que con sus enseñanzas cambió el mundo. Creo que es importante ver más allá de las vacaciones y del materialismo de los regalos y las comilonas propias de la época, para acordarnos de aquellos que son menos afortunados que nosotros.

Recuerdo que de niño mi padre solía acudir al trabajo el día de Nochebuena para felicitar a los que estando de guardia se veían privados de pasar la noche con sus familias. En ese mismo espíritu quiero acordarme de todos aquellos que por cualquier motivo van a pasar estas fiestas en soledad. Espero que no sea vuestro caso. Nadie debería pasar la Nochebuena solo.

Dicho lo anterior, quiero cambiar de tercio y rescatar a este blog de las disertaciones emotivas de su autor. Aunque a veces no lo parezca, este blog pretende tratar cuestiones filosóficas, económicas y políticas. Quiero en esta ocasión hablar de productos financieros que yo llamaría alternativos. Son alternativos porque se corresponden con servicios ya existentes, pero con la novedad de que puentean o sustituyen al intermediario tradicional (normalmente un banco) haciendo énfasis en el enlace entre el proveedor y el receptor del dinero.

Los bancos, tan demonizados, no sin razón, han dejado de cumplir con su labor de proveedores de servicios financieros. Por ejemplo, la provisión de créditos o la provisión de capital para la formación de empresas (inversión). En otros casos como el cambio de divisas y las transferencias internacionales, los precios repercutidos al cliente son muchas veces abusivos gracias al oligopolio que ostentan los bancos. Lógicamente la falta de crédito y de inversión está afectando gravemente a la recuperación económica.

Para resolver este tipo de problemas están surgiendo plataformas online que pretenden rellenar el vacío dejado por la banca y los artificialmente bajos tipos de interés del momento. Un ejemplo son las plataformas de préstamos entre particulares donde los ahorradores obtienen un interés “razonable” y las personas solventes obtienen un préstamo que un banco no les concede. La más popular en el Reino Unido es Zopa (www.zopa.com), pero hay varias más.

En el terreno de la inversión y también al abrigo de internet ha surgido el fenómeno del Crowdfunding (financiación por las masas), que consiste en lograr cantidades a veces enormes de dinero a base de pequeñas contribuciones de mucha gente. Como ejemplos citaría Indiegogo (www.indiegogo.com) que permite financiar proyectos de todo tipo o vender productos cuya fabricación se financia con la contribución de las campañas en la plataforma y Crowdcube (www.crowdcube.com) que permite hacerse accionista de una empresa no cotizada cuando está empezando. Este segundo tipo de inversión es muy arriesgada pero permite a los emprendedores financiarse a base de compartir su éxito futuro y a los inversores financiar ideas con contribuciones muy modestas (desde £10 en el caso de Crowdcube). En este tipo de servicio también hay muchas más plataformas para elegir.

Por último quiero mencionar el servicio de cambio de divisas TransferWise (www.transferwise.com). Cambiar dinero entre monedas es algo que a los emigrantes nos afecta mucho y francamente los precios exorbitantes de los bancos, no saber nunca de donde han sacado el cambio aplicado y la aplicación de medidas absurdas contra el lavado de capitales son temas todos muy irritantes. No creo que este servicio termine con la idiotez de que salten alarmas porque transfieras 5000 Euros (cantidad que sin duda es susceptible de provenir del tráfico de estupefacientes), pero en el tema de los costes es de esas ideas geniales que no te explicas como no se le habían ocurrido a nadie antes. Lo que hace TransferWise es simple. Fundamentalmente evita cambiar monedas si no es estrictamente necesario. Para ello usa el dinero de clientes que quieren transferir entre las mismas monedas para cerrar transacciones. O sea, me da a mí los Euros de alguien que quiere transferir a Libras y a ellos mis Libras que quiero convertir en Euros. Todo ello con el cambio del día en los mercados internacionales de divisas. En realidad no todas las transacciones pueden cerrarse de este modo, pero si una cantidad sustancial lo cual abarata mucho el servicio.

Todas estas iniciativas de servicios “per to per” (de cliente a cliente) y de “crowdfunding” van más allá de la anécdota y están convirtiéndose en una tendencia o una filosofía. Para los usuarios es algo fenomenal, para los monopolios y gobiernos no tanto. ¡Que se fastidien! En vez de darle el dinero al banco para que lo invierta en lo que quiera y se quede con los beneficios (o me haga a mí como contribuyente pagar las pérdidas) prefiero invertirlo yo en lo que a mí me parezca. Al menos así tengo la posibilidad de acertar y ganar un duro (o perderlo a gusto que para eso era mío).

Gracias por leerme.




Juan Rodríguez

Wednesday 11 December 2013

Recuerdos de adolescencia.

Recuerdos de adolescencia.

Queridos amigos,

Somos lo que vivimos. En la eterna polémica entre la genética y la experiencia me quedo con ésta última. Nuestras vivencias a lo largo de la vida, desde el nacimiento, nos van esculpiendo como seres humanos. Lo que somos a través de nuestra herencia es simplemente el bloque de piedra del que saldrá uno de los muchos seres humanos que llevábamos dentro.

Desde hace unos meses he retomado contacto con mis compañeros de colegio. Muchos de ellos fueron, y ahora son de nuevo, porque quizás nunca dejaron de serlo, amigos muy queridos. La amistad es una planta que no muere fácilmente. Se marchita por el descuido pero renace a poco que se riegue y se atienda. Mis compañeros de la adolescencia se reúnen de vez en cuando. Veo por las fotos que a todos les va bien en lo que importa, en la busca de la felicidad. Veo que sonríen y bromean. Uno de ellos, desconectado como yo, calificó una de estas reuniones como “una experiencia que ha cambiado su vida”. Espero tener esa experiencia en la próxima ocasión que se presente.

Quiero por tanto dejarme llevar por la nostalgia de unos años que entonces no me parecieron felices pero que ahora, con la sabiduría que da el tiempo, sé que lo fueron. La adolescencia es una etapa dura en la que el mundo se ve con demasiadas imperfecciones que siempre son culpa de otros. El inconformismo se mezcla con la incapacidad para cambiar las cosas. En cualquier caso es tan antinatural no ser inconformista a los quince años como no aceptar que el mundo no es perfecto a los cuarenta y seis.

Es curiosa la forma en que la mente selecciona los recuerdos. Recuerdo con satisfacción las largas tardes empleadas practicando nuevas composiciones de gaita. Una música que a fecha de hoy me pone la carne de gallina y me traslada al clima triste de invierno de la tierra que me vio nacer. Música de los pueblos celtas del Océano Atlántico que me ha hecho conectar con una tierra también muy querida para mí: Escocia. Recuerdo también las horas eternas jugando al baloncesto, pescando, andando en bicicleta, jugando al tenis… Con mis amigos. Compartiendo horas de deporte que el cuerpo ya no aguanta, horas de conversación donde se mezclaba lo humano y lo divino. Donde se compartían pensamientos, inquietudes y naturalmente confidencias sobre esta o aquella chica que no se nos iba de la cabeza ni de día ni de noche.

Recuerdo mis caminatas al colegio. Media hora cuatro veces al día. De la calle Argentina por la Arnaveca pasando por delante del colegio de las monjas hasta el cruce de caminos, los cuatro caminos, donde estaba el taller de zapatería de Emilio “O Coxo”. La zapatería, con su montaña de zapatos en el centro que no desentonaba con el desorden general del local, era también centro de reuniones, tertulias y parte de la vida social de aquel barrio. También era centro de atención psicológica donde se practicaba, sin ser conscientes de ello, la variante popular de la terapia de grupo, modalidad conversación, tan efectiva contra la depresión y otras enfermedades mentales leves. Seguía nuestra ruta por la carretera general encontrándonos por este orden el cruce con la calle de la estación, varios comercios, el antiguo cine, más comercios a ambos lados de la calle, el edificio más alto de la Rúa (conocido popularmente como “la torre”) y la parte final en cuesta donde la carretera se acercaba a la vía del tren.

El tramo final estaba constituido por un puñado largo de escaleras diseñado para que con las prisas llegásemos a clase sudorosos y sin aliento. Imagino que para que diésemos menos guerra en clase, o sea, parte de la experiencia educativa. Justo antes de las escaleras había una higuera muy frondosa, supongo que para oxigenarnos y despertarnos, sobre todo tras el trayecto de después de comer.

Después me fui a Valladolid, a los alrededores de Madrid y finalmente a Inglaterra, con breves paréntesis en Francia y Alemania. Buscando algo mejor, buscando cosas nuevas, desconectándome de aquella etapa, de aquellos amigos, de aquellas experiencias. Arrastrado por la vida o quizás huyendo, posiblemente de mí mismo, pero tampoco renunciando a un pasado que ahora reconozco como muy feliz. Es curioso como he vuelto a conectar con muchas de las personas de aquel entonces como si hubiésemos estado apartados solamente unos días. Como si nos preguntásemos sobre un fin de semana de treinta años que hubiera comenzado el pasado viernes.

Queridos amigos, queridos compañeros, espero veros pronto. Significáis mucho para mí. Sois parte de mí. Disculpad que en treinta años, increíblemente, no haya tenido tiempo de pensar mucho sobre ello. He tenido unos días muy ocupados. Me pregunto si al final, después de romper muchos pares de zapatos, todo aquello que buscaba en realidad ya lo tenía. No os entretengo más. Nos vemos.

Gracias por leerme.



Juan Rodríguez